
A 134 años de su fundación, la UCR debe romper con las divisiones binarias y rechazar políticas que atenten contra la democracia. Debe revitalizar su esencia, proyectándose hacia el futuro y respondiendo a las demandas ciudadanas. El radicalismo, con presencia nacional y una estructura sólida, debe enfrentar las intromisiones de un gobierno cuestionado. Es vital que su identidad esté basada en una visión inclusiva que represente a las mayorías desfavorecidas. Cada militante lleva consigo el legado de quienes lucharon por una Argentina más justa. Las causas nobles perduran y guían hacia un horizonte democrático, equitativo y de oportunidades para todos. En este contexto, la UCR debe reafirmar sus principios históricos y construir un radicalismo popular arraigado en la realidad actual.