La cardiología en Argentina atraviesa una crisis profunda que amenaza la estabilidad del sector y la calidad de atención de los pacientes. Ayer, la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) emitió una dura advertencia sobre el estado crítico en el que se encuentran los cardiólogos. Según explicó Pablo Stutzbach, presidente electo de la entidad, el panorama actual es "el peor que se haya vivido", incluso peor que la crisis de 2001. La desvalorización de la profesión médica, sumada a políticas sanitarias erráticas, ha generado una tormenta perfecta que podría derivar en la migración masiva de especialistas capacitados.
La SAC presentó los resultados de una encuesta reciente realizada entre más de 1400 cardiólogos que revela la gravedad de la situación: un 60% de los profesionales de alrededor de 47 años estaría dispuesto a emigrar si se le ofrece una oportunidad en el extranjero. Esta cifra se eleva al 80% entre los residentes. Además, tres de cada diez cardiólogos han llegado a considerar abandonar la medicina, una estadística alarmante que refleja el descontento generalizado.
La precarización económica es uno de los principales factores que impulsan este éxodo potencial. El 85% de los encuestados reconoció que la falta de recursos financieros ha dificultado el acceso a la formación continua. Los ingresos promedio, que en abril oscilaban entre $400.000 y $1,5 millones, no son suficientes para sostener un nivel de vida acorde a la responsabilidad de la profesión. Aunque se han ajustado algunos honorarios gracias a un acuerdo ético entre sociedades, los médicos aseguran que aún están lejos de cubrir las necesidades básicas.
La crisis se ha visto agravada por el envejecimiento de la población y el consecuente aumento en la demanda de atención cardiovascular. Según Víctor Mauro, presidente de la SAC, el sistema de salud ha priorizado la atención de enfermedades crónicas sin ajustar los recursos a las necesidades del personal. Esto ha dejado a los cardiólogos como la variable de ajuste, con salarios que no reflejan el esfuerzo y la formación que la especialidad requiere.
Otro de los problemas críticos que enfrenta la cardiología es la falta de interés de los jóvenes médicos en realizar residencias. "Antes, quedarse fuera de una residencia era casi como no jugar en primera. Hoy, muchos prefieren evitar ese camino por ser demasiado exigente y mal remunerado", señaló Stutzbach. Esta tendencia también afecta la calidad de la formación profesional, que según los especialistas, ha experimentado un marcado deterioro en los últimos años.
El desinterés en las residencias no solo afecta a los hospitales públicos, donde la deserción es alta, sino también a los centros privados, que no logran llenar sus cupos. Las dificultades económicas y la sobrecarga de trabajo han hecho que cada vez más médicos elijan mercados laborales más estables en el exterior, lo que contribuye a una "sangría" de talento que amenaza con debilitar aún más el sistema






