En el desayuno o al cocinar, puede parecer que elegir entre manteca y margarina es simplemente cuestión de preferencias, pero la decisión va más allá y puede influir en la salud, especialmente la cardiovascular. Mientras que la manteca, de origen animal, es alta en grasas saturadas que se relacionan con el aumento del colesterol y mayores riesgos cardiacos,
La margarina, procedente de vegetales, representa una opción con menos grasas saturadas y más grasas insaturadas, beneficiosas para reducir el colesterol "malo" (LDL) y aumentar el "bueno" (HDL). No obstante, no todas las margarinas son iguales, ya que algunas pueden contener grasas trans, especialmente perjudiciales para la salud cardiovascular.
De acuerdo con un artículo de Harvard Health Publishing, la manteca y la margarina, aunque puedan parecer similares en apariencia y uso en la cocina, difieren en origen, composición y efectos en la salud. Mientras que la manteca se obtiene de productos animales como la leche o la crema al batirlas para separar sólidos y líquidos,
La margarina, en cambio, proviene de aceites vegetales sometidos a procesos industriales como la hidrogenación. La diferencia principal radica en el tipo de grasas; la manteca es rica en grasas saturadas asociadas con riesgos cardiovasculares, mientras que la margarina moderna suele tener más grasas insaturadas, beneficiosas para el corazón. Sin embargo, algunas variantes de margarina pueden contener grasas trans, perjudiciales para el colesterol y la salud cardíaca.
La versatilidad en el mercado también es un punto a considerar: mientras que la manteca conserva un perfil más uniforme, las margarinas pueden variar ampliamente en su proceso de producción, resultando en versiones sólidas, blandas o líquidas con niveles diferentes de grasas saturadas. Según Annete Marum, nutricionista y doctora en Nutrición Genética por la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), la margarina, en general, se considera una opción más saludable que la manteca para el corazón debido a su menor contenido de grasas saturadas y mayor proporción de grasas insaturadas.
Reemplazar las grasas saturadas por grasas insaturadas en la dieta puede contribuir a reducir el colesterol LDL, clave en el desarrollo de enfermedades cardíacas, mientras que las grasas insaturadas favorecen el aumento del colesterol HDL, fundamental para eliminar el exceso de colesterol en la sangre.
Gracias a los avances en producción, muchas margarinas actuales están libres de grasas trans, perjudiciales para la salud cardiovascular. La margarina blanda o líquida suele tener menos grasas saturadas que la margarina en barra, por lo que, según expertos como Katherine Zeratsky, elegir margarinas con bajo contenido de grasas saturadas y sin grasas trans es crucial para maximizar sus beneficios.
A pesar de ser una alternativa más saludable, se aconseja consumir margarina con moderación y revisar las etiquetas nutricionales para seleccionar productos con menos del 10% de la ingesta diaria recomendada de grasas saturadas y bajo contenido de sodio para lograr un impacto positivo en la alimentación.
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