El control policial y una prueba en la montaña: las anécdotas del primer triunfo del Lole Reutemann en el automovilismo

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julio 11, 2025

Antes de pegar el salto y brillar como uno de los cracks de la Fórmula 1 por una década, Carlos Alberto Reutemann, el ‘Lole’, la rompió en el automovilismo local, donde sumó tres títulos. Cuentan que la primera victoria es siempre la más especial, y el Lole tuvo su bautismo triunfal hace 60 años, un día como hoy. Fue en el Turismo Mejorado o Anexo J, lo que hoy conocemos como Turismo Nacional, la categoría que le dio sus primeros campeonatos.

El ‘Lole’ se crio en una estancia de su familia en Manucho, un pueblo a unos 43 kilómetros al norte de la capital santafesina. Como la vida en el campo era así, bien independiente y siempre con tareas, a los 8 años ya andaba en tractor y hasta manejaba un Ford A modelo 1929 de su viejo, Enrique. Para ir a la escuela, iba a caballo, haciendo 10 kilómetros por día. Era tan comprometido con las cosas del campo que, cuando sus amigos lo invitaban a jugar, él respondía con una frase que le valió el apodo: “No puedo ir a jugar porque voy a ver a ‘lolechone’”, refiriéndose a los chanchitos que criaban.

“De pibe, se leía todo lo que llegaba de Europa sobre la F1, con pilotos como Mike Harthown, Peter Colins, Stirling Moss y, un tiempo antes, seguía a Juan Manuel Fangio”, contó en el programa Tus Ídolos de 1995 (Canal 9). Se hizo un enfermo del automovilismo y con su hermano Enrique, quien le contó a Infobae que “les probábamos los coches a los que venían a comprar ganado a nuestro viejo. Teníamos 15/18 años y nos íbamos al lado del Río Salado, que está lleno de chañares, y paralelo al río él armó el circuito de Montecarlo. Daba vueltas con un auto y yo le tomaba el tiempo. Como vivimos en el campo, el barro le dio a Carlos una sensibilidad al volante impresionante”.

Cuando terminó el secundario de internado en el Colegio de la Inmaculada en Santa Fe, volvió al campo y laburó codo a codo con los peones. Después de sacarse las ganas en algunas picadas, se le metió en la cabeza que su futuro estaba en las carreras. En 1964, los hermanos Carlos y Américo Grossi, junto a Automóviles Alvear, compraron un Fiat 1500 para correr en el Turismo Mejorado (hoy Turismo Nacional), que en esa época también se conocía como Anexo J. El auto se preparaba en un taller de Rafaela y quedó libre al año siguiente porque el piloto titular, Heriberto Bohnen, se bajó. Reutemann, que se metía en todas las carreras que podía, le rogó a Félix Crocce, gerente de Grossi, que lo dejara manejarlo. “A la semana le di mi auto y le dije que me llevara al Parque Sur. Lo apuré para que anduviera rápido y cuando lo hizo, la verdad, me impresionó. Doblaba por los radios correctos, frenaba al límite, usaba bien la caja y tenía unos reflejos bárbaros”, recordó Américo Grossi en una charla con la revista CORSA.

Mientras que su hermano, Carlos, tiró el nombre de otro piloto, Luis Keller, Américo la apostó fuerte por el Lole. La elección se dirimió en una prueba entre ambos en La Cumbre, Córdoba. “Con mi hermano nos escondimos en una curva, una ‘ese’ en bajada que había después de Los Cocos, pero ellos no sabían dónde estaríamos. Primero pasó Keller, y si bien lo hizo rápido, levantó un poco para acomodar el auto antes de volver a pisar. El Lole, en cambio, venía bajando a fondo y, sin levantar, le dio a la ‘ese’ y siguió de largo. Eso fue lo que nos hizo decidir”.

Igual, el Lole protagonizó una anécdota particular: tuvo que esquivar un control de la cana. “Yo no tenía los papeles del coche y era la primera vez que me subía a ese 1500. Cuando llegué a esa famosa ‘caminera’ en Yocsina, el cana no me quería dejar pasar. Entonces, como yo al día siguiente iba a hacer la prueba para ver si tenía condiciones para manejar y era la única oportunidad que tenía en mi vida de recorrer el trayecto en el que iba a rendir la prueba, le puse primera y arranqué. No me quedaba otra, a sabiendas de que se iba a armar quilombo con la policía”, contó el Lole en el programa de tele.

Llegó el debut, también en Córdoba, y a pesar de que abandonó por una falla mecánica el 30 de mayo, Reutemann tuvo un gesto que también dejó marcados a los Grossi. “Cuando debutó en Carlos Paz, el martes anterior se fue al circuito para recorrerlo a pie y el sábado nos recitó las 600 curvas de memoria, como si nada. Mi hermano me dijo que ‘estábamos ante un piloto con un doctorado’”, recordó Américo. Esa manía del Lole de caminar los circuitos desconocidos la mantuvo siempre, incluso hasta en sus primeros años en Europa.

El primer festejo de Carlos Alberto Reutemann en el automovilismo argentino.

El 11 de julio de 1965 fue el día del primer festejo para el ‘Lole’. Al volante del mismo Fiat 1500, en su segunda carrera, se anotó como ganador en el Turismo Mejorado, lo que hoy conocemos como Turismo Nacional. Fue en el circuito Onofre Marimón de Villa Carlos Paz. “La carrera se llamaba la Vuelta al Pan de Azúcar, que era un clásico de la época. Eran tres vueltas de 103 kilómetros, la largada era en Carlos Paz, pasábamos por Yocsina, La Calera, subíamos al Pan de Azúcar, bajábamos a Cosquín, y volvíamos por Bialet Massé hasta Carlos Paz. Esa carrera la gané muy bien”, contó Carlos. Ese triunfo, con apenas 23 años, significó mucho más que un resultado deportivo. El ‘Lole’ había demostrado de qué madera estaba hecho y que tenía pasta para darle pelea a los mejores pilotos del país.

De la mano de los hermanos Grossi, al año siguiente el santafesino se sumó a la escudería de la Comisión de Concesionarios Fiat y corrió con una coupé Fiat 1500. Se alzó con el bicampeonato en la Clase D en 1966 y 1967, dejando atrás a corredores de la talla de Alberto Rodríguez Larreta o Francisco Alberto “Paco” Mayorga. El Lole sumó un total de 14 victorias, entre las que se destacaron la Vuelta del Noroeste y dos series en el Gran Premio de la Montaña en 1968.

Mientras tanto, sus primeros pasos en monoplazas también llegaron gracias a los Grossi, quienes le armaron un De Tomaso-Fiat para correr en la Fórmula 1 Mecánica Argentina. Salió quinto y sexto en las ediciones de 1966 y 1967 de las 500 Millas de Rafaela, en la carrera que se hacía en el emblemático óvalo que en 1971 recibió a la IndyCar.

Ya afianzado como uno de los cracks de acá, el Lole desembarcó en el Turismo Carretera con el célebre Ford Falcon Angostado en 1968. También corrió en el Sport Prototipo, con el Huayra-Ford que le armó Heriberto Pronello en 1969. Por esa época el santafesino le tiró a CORSA que “no me divierto en las carreras. Para mí correr no es divertido, sino algo serio. Para divertirme, juego. Correr es otra cosa”.

Ese profesionalismo y los éxitos de acá le valieron que al año siguiente lo sumaran al equipo del Automóvil Club Argentino (ACA) y con un BWA-Fiat se quedó con el título en la Fórmula 2 Nacional. Eso le abrió la puerta a Europa, también bajo el paraguas del ACA, y en 1970 debutó en la Fórmula 2 Europea (actual Fórmula 2), el 12 de abril de 1970, el día que cumplió 28 años. Ahí sorprendió a varios de los mejores pilotos del mundo porque en esa época, en la categoría previa a la Máxima, también se la jugaban las figuras más grosas.

Después de ser subcampeón de la Fórmula 2 en 1971, le llegó el debut en la F1 acá en Argentina, el 23 de enero de 1972, y con pole position de entrada. A pesar de que se atrasó por el desgaste de los neumáticos, pudo terminar séptimo. El Lole la rompió en su presentación en la Máxima y durante diez temporadas, más dos carreras en 1982, se llevó un subcampeonato mundial (1981), 12 victorias con puntos (y otras dos que no contaban para el campeonato), corrió 146 Grandes Premios, se subió 45 veces al podio (una cada tres carreras), hizo 6 pole positions y 6 récords de vuelta.

Por una década, Carlos Alberto Reutemann fue uno de los pilotos más top de la F1 y eso le valió calzarse el buzo de Brabham, Ferrari, Lotus y Williams, que junto a McLaren (también hubo alguna charla para que corriera ahí) eran los fierros más grosos de la época. Sin embargo, antes de confirmarse entre la crema del automovilismo mundial, se hizo de abajo acá en Argentina y hace seis décadas empezó a escribir su historia gloriosa.

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