El ex secretario presidencial Fabián Gutiérrez fue asesinado tras una violenta extorsión para sacarle dinero, en el marco de una relación que, a primera vista, ya tenía plata de por medio. Se presume que mataron a Gutiérrez porque conocía al grupito que seguramente lo abordó primero cuando estaba en su camioneta, derivó en la exigencia monetaria en la casa y, según parece, terminaron cortándole el cuello con un cuchillo porque era evidente que los iba a denunciar. "Yo no tengo el móvil político dentro de las hipótesis que estoy trabajando. Es un caso de una relación que se convirtió en una extorsión", dijo el juez Carlos Navarte.
Pese a la definición del magistrado que instruye el caso, la conducción de Cambiemos no dejó pasar ni siquiera unas horas y empezó a especular con que se trató de un homicidio "de extrema gravedad institucional" para silenciar al ex secretario, quien en su momento declaró como arrepentido ante el juez Claudio Bonadio en la causa de las fotocopias de los cuadernos. Desde el Gobierno, salió a responder el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero: consideró "inadmisible utilizar la sensibilidad que el dolor del crimen genera para sacar ventajas políticas", advirtió que "la sola idea de que el Gobierno tiene responsabilidad en semejante suceso es definitivamente repulsiva" y cuestionó a "las autoridades políticas de la oposición que, a partir de la tergiversación y manipulación de los hechos, intentan sacar provecho en el electorado. El modo en que pretenden falsearse la realidad para lograr la confusión pública es penoso".
En verdad, Gutiérrez no fue un arrepentido relevante, no aportó grandes cosas ante la Justicia y, por el contrario, su intervención más importante significó una defensa, de hecho, de Cristina Fernández de Kirchner en la causa en la que terminó condenado José López por los nueve millones de dólares que tiró en el convento.
En la noche del viernes, las fuerzas policiales santacruceñas ya estaban buscando a Gutiérrez porque su familia había denunciado la desaparición. El final parecía cantado dado que en su vivienda se encontraron manchas de sangre, partes de un precinto y luego apareció la camioneta con un vidrio roto. Además, faltaba un televisor y un equipo de música de la vivienda del ex secretario. Todo indicaba que se había producido un hecho de violencia, con mal pronóstico.
En una ciudad chica como El Calafate, no les resultó difícil a los investigadores dar con los autores. Esa misma noche ya había un detenido que le contó al juez parte de los hechos y le dijo que el cuerpo de Gutiérrez estaba en la vivienda de uno de ellos, en el Barrio Aeropuerto. Lo dicho por el joven resultó cierto y el cadáver apareció enterrado, golpeado y acuchillado en la casa señalada por el detenido. En total, los apresados son cuatro, todos muy jóvenes. Facundo Zaeta, de 19 años, sería quien trabó la relación con Gutiérrez, y lo acompañaron, o en el crimen o en el encubrimiento, un hermano, Agustín, otro joven llamado Facundo "Juanca" Monzón y Pedro Gómez. En la vivienda también se encontraron el televisor robado, el equipo de música y el cuchillo que, en principio, fue el arma del asesinato.
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