El origen de la humanidad debe situarse en el sur de África hace 200 mil años

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octubre 30, 2019
La investigación, publicada en la revista Nature, fue realizada por un grupo de expertos internacionales y contribuye a precisar el origen de nuestros ancestros. Opina sobre un tema controvertido Rolando González, investigador del Conicet.

 

Todo comenzó en África y sobre eso no hay dudas. Aunque históricamente el modelo de la ciencia positivista y el credo etnocentrista europeo haya hecho malabares para maquillar la realidad, el antecesor más reciente del ser humano moderno surgió allí. Hace un tiempo nada despreciable, los expertos en biología humana de todas las latitudes debieron consensuar que en aquel continente invisibilizado se forjó todo. En efecto, la región que fue tildada de “primitiva” resultó ser la cumbre de la vanguardia. Sin embargo, a pesar del acuerdo rubricado por la comunidad científica, todavía no se tienen demasiadas precisiones acerca del sitio específico. El problema obvio es que el continente africano es grande (una superficie que supera los 30 millones de kilómetros cuadrados) y los equipos que alrededor del globo buscan atribuirse la medalla de “haber reconstruido el árbol genealógico humano” desde las más profundas raíces se multiplican. En esta trama de disputas se inserta el presente estudio que, de manera reciente, fue publicado en la prestigiosa revista Nature y estuvo encabezado por un equipo multidisciplinario del Instituto Garvan de Investigaciones Médicas en Sidney, con aportes de especialistas coreanos y sudafricanos.

 

¿Qué propone el trabajo? En principio, afirma que para conocer el origen de la humanidad debemos remontarnos unos 200 mil años hacia un escenario del sur africano. El homo sapiens, desde este punto de vista, surgió en las adyacencias del Río Zambeze que, en la actualidad, pertenece a las naciones de Botsuana, Namibia y Zimbabue. Aunque hoy constituye un escenario árido, en el pasado estuvo protagonizado por lagos que conformaron un ecosistema fértil. Con el tiempo, como respuesta al cambio climático, estos cuerpos de agua comenzaron a fragmentarse y se convirtieron en un gran humedal, un espacio adecuado para el desarrollo de los grupos humanos. El paper, desde esta óptica, es rico porque incluye una reconstrucción paleoclimática, esto es, rescata el modo en que el clima se manifestó en tiempos pretéritos como herramienta de análisis para poder echar luz sobre los flujos poblacionales y sus dispersiones en el terreno.

 

¿Cómo se realizó? A partir de ADN mitocondrial, una de las primeras herramientas moleculares de potencia que permitió reconstruir la historia evolutiva de muchas especies. A partir de muestras de sangre de pobladores actuales de la región, los científicos extrajeron información de la parte del genoma que las personas heredan por vía materna. Solo las madres le pasan a sus hijos ese ADN y puede ser esquematizado en un árbol filogenético, donde hay ramas que surgen en períodos más recientes y otras que pertenecen más a la raíz del origen. En este caso, estudiaron uno de los linajes más antiguos y radicales”, señala Rolando González, director del Instituto Patagónico de Ciencias Sociales y Humanas (CENPAT- Conicet). Es un linaje que no se halla de manera frecuente y que puede encontrarse en la población de khoisanidos. Una rama que no goza de demasiada popularidad aunque incluya a celebridades del calibre de Nelson Mandela.

 

Exploraron 198 genomas de khoisanidos y los compararon con 1277 de otras poblaciones actuales. Con esta muestra importante, en el marco de la biología evolutiva contemporánea, recurrieron a un clásico: ir marcha atrás. “Lo que hicieron, a partir de conocer la tasa de mutaci&oacu

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