“Esta ley propone una nueva visión y acción en nuestra forma de relacionarnos con otros seres sintientes”. La frase de Liz Solari no es un eslogan: marca el inicio de una travesía que comenzó hace años, cuando la actriz y activista animalista decidió que ya no podía naturalizar que, para la ley argentina, los animales sigan siendo considerados “cosas”. Esa convicción se convirtió en motor y la llevó a asumir una causa que hoy llega a las puertas del Congreso de la Nación.
Junto al abogado animalista Leonardo Barnabá, dio forma a la idea de brindar a los animales un marco legal que reflejara lo que la ciencia y la ética ya no discuten: que sienten, padecen y merecen respeto y protección. Apoyándose en la Declaración de Cambridge sobre la Conciencia Animal, surgió el Proyecto de Ley Sintientes, presentado en el Parlamento el 22 de noviembre de 2022, que desde entonces no dejó de crecer: legisladores de distintos bloques se sumaron, organizaciones de todo el país respaldaron la iniciativa y miles de ciudadanos amplificaron el reclamo.
El proyecto se promovió también mediante una petición en Change.org, que reunió más de 242.000 firmas, convirtiéndose en el termómetro de una demanda social que ya no puede ser ignorada. Este impulso ciudadano desemboca ahora en un momento clave: este viernes 5 de diciembre, la Ley Sintientes será incorporada a la agenda de tratamiento legislativo de la Cámara de Diputados. Sus impulsores confían en que el consenso —social, político y moral— permita que la iniciativa avance con la fuerza que exige una sociedad que reclama, cada vez más alto, una forma distinta de relacionarse con los demás animales.
El Código Civil y Comercial de la Nación Argentina, heredero del código del siglo XIX, conserva estructuras históricas aunque incorpora reformas modernas. No distingue entre animales domésticos, de consumo o silvestres: los agrupa a todos bajo la categoría de “bienes semovientes”, lo que significa que, en términos legales, son tratados como objetos dentro del régimen de propiedad. La ley solo prevé sanciones penales a través de la Ley 14.346, que castiga actos de crueldad y maltrato, pero la protección depende del dueño o del Estado.
En este marco, la Ley Sintientes propone un cambio histórico: reconocer a todos los animales como personas físicas no humanas y, por lo tanto, sujetos de derecho. Este reconocimiento no genera cambios automáticos en cada situación concreta, pero abre la puerta para que los jueces puedan decidir en favor de los animales, superando las limitaciones del paradigma actual, en el que su sufrimiento se evalúa como daño a un objeto.
“La jurisprudencia en Argentina ha avanzado mucho. Somos un país líder en fallos donde diferentes animales —desde chimpancés y pumas hasta perros, gatos y caballos— han sido considerados personas no humanas, sujetos de derecho”, destacó Liz Solari, recordando casos que sentaron precedentes. “La sociedad concibe a los animales como seres sintientes”, agregó.
Todo este enfoque tiene su raíz en la Declaración de Cambridge sobre la Conciencia Animal, proclamada el 7 de julio de 2012, que marcó un hito científico al afirmar de manera contundente que los animales no humanos son seres conscientes. Fue redactada por un grupo internacional de una docena de expertos en neurociencias, entre ellos Philip Low, y firmada en la Universidad de Cambridge, con Stephen Hawking como testigo. La declaración reúne la evidencia más sólida disponible sobre la vida mental de otras especies.
El hallazgo central señala que la conciencia no depende de tener un neocórtex, desafiando la visión clásica que la reservaba casi exclusivamente a los humanos. Según los científicos, mamíferos, aves y algunos invertebrados, como los pulpos, poseen los sustratos neuroanatómicos, químicos y fisiológicos necesarios para experimentar sensaciones, emociones y estados afectivos.
La declaración también plantea un debate ético profundo: si los animales son capaces de sentir placer y sufrimiento, las sociedades humanas deben replantearse su trato, sus leyes y su relación con ellos. Así, el manifiesto se convirtió en un punto de inflexión para la comprensión científica y moral de la conciencia animal.
La meta es clara: declarar a los animales personas físicas no humanas como primer gran paso para que en Argentina puedan impulsarse transformaciones significativas desde el ámbito judicial. Así, Sintientes funciona como un movimiento de conciencia que visibiliza la sintiencia del reino animal, reconocida y respaldada por la ciencia.
El proyecto que hoy ingresa a la agenda legislativa fue elaborado por la ONG Sintientes y presentado en el Congreso el 19 de noviembre de 2025 por la diputada María Ángel Sotolano (PRO). La iniciativa cuenta con el apoyo de más de 90 ONG nacionales e internacionales; de legisladores como Gabriela Estévez (Unión por la Patria), Margarita Stolbizer (Encuentro Federal), Yamila Ruíz y Alberto Arrúa (Innovación Federal), María de los Ángeles Moreno y Nancy Picón Martínez (Producción y Trabajo), entre otros.
Pero el impulso decisivo provino de la ciudadanía. La petición de Change.org, lanzada el 25 de junio de 2022, reúne miles de testimonios que reclaman dejar atrás la visión de los animales como objetos y avanzar hacia una protección legal efectiva frente a la crueldad.
En situaciones como la cría de animales de raza, “si se comprobara sufrimiento”, subraya, encierro o maltrato, esta reforma permitiría no solo perseguir penalmente a los responsables —como ya habilita la ley vigente—, sino también establecer resarcimientos civiles destinados al bienestar de los animales afectados y ordenar la finalización de actividades comerciales que generen daño.
El punto neurálgico de la discusión es la estructura misma del Código Civil. Pasar de “bien semoviente” a “persona física no humana” implica un cambio profundo.
Los derechos que se les otorgarían están estrictamente definidos en el proyecto de ley, disponible públicamente, pero su núcleo puede resumirse en un cambio de estatus legal que reconoce intereses propios y habilita herramientas judiciales para protegerlos. A partir de allí, las consecuencias prácticas serían múltiples:
La Unión Europea ya reconoce a los animales como seres sintientes. España, Francia y Portugal actualizaron su marco civil para reflejarlo. En Argentina, la Justicia porteña —a través de UFEMA— declaró a 420 animales como sujetos de derecho en los últimos años, mostrando un cambio de paradigma que este proyecto busca consolidar a nivel nacional, recuerdan desde la ONG Sintientes, que al promover la ley se convirtieron en un movimiento por los derechos de los animales que busca crear conciencia a través de la educación, la política y la comunicación.
“Calificar animales como cosas no es un criterio legal válido. Para ser consistentes con la evolución de la ciencia y la conciencia de la humanidad de cómo percibimos a los animales hoy, debemos reconocerlos en la categoría de personas no humanas y sacarlos definitivamente del régimen de propiedad y darles los derechos que les corresponden\”, explica Solari. Para los impulsores, esta reforma no busca criminalizar nuevas conductas, sino actualizar la base civil del vínculo humano-animal en línea con la evidencia científica y los estándares éticos contemporáneos. En términos más amplios, el proyecto introduce una visión que impacta también en la salud pública, la seguridad y la cultura social.
La Organización Mundial de la Salud sostiene el principio de Una Sola Salud, que plantea que la salud humana, animal y ambiental son inseparables. No es un dato menor: el 75% de las enfermedades infecciosas emergentes detectadas en las últimas décadas se originaron en animales utilizados por las distintas industrias de consumo. Factores como la urbanización masiva, la agricultura industrial, la destrucción de hábitats y la creciente convivencia entre especies aumentan los riesgos sanitarios.
A ello se suma un indicador clave en términos de seguridad: un maltratador de animales tiene cinco veces más probabilidades de cometer delitos violentos contra las personas. Por eso, elevar el estatus legal de los animales no es solo un avance ético, sino también una herramienta de prevención de la violencia y fortalecimiento de la salud pública.
En palabras de los impulsores: “Ley Sintientes llegó para cambiar el paradigma de cosificar a los animales en Argentina. Es una modificación del Código Civil y Comercial, no una ley penal. Busca garantizar su derecho fundamental a ser respetados”.
Introducirla en un debate legislativo significa un paso ineludible hacia una transformación cultural y jurídica que la sociedad reclama hace tiempo. El exsenador Esteban Bullrich lo expresó así: “Reconocer legalmente a los animales como seres sintientes no es un detalle técnico, es un paso moral”.
Para muchos, la discusión recién comienza, pero la dirección del cambio parece clara: los animales ya no pueden ser tratados como “cosas” en un país que se piensa a sí mismo desde los valores, la evidencia científica y la sensibilidad del siglo XXI.






