Los europeos reaccionaron este domingo indignados. París soltó un comunicado a primera hora de la mañana: “La cooperación internacional no puede depender de las rabietas”, apuntando a un supuesto carácter inestable del inquilino de la Casa Blanca como la causa de la desestabilización de las relaciones entre las principales potencias del mundo.
El comunicado del Elíseo, la presidencia francesa, llega a decir que Donald Trump mostró “incoherencia” e “inconsistencia”. Palabras gruesas, inimaginables en boca de la diplomacia francesa hace apenas unos meses para referirse a un aliado tradicional como Estados Unidos.
El texto emitido por París no ahorra términos para criticar a Donald Trump: “Pasamos dos días para tener un texto y compromisos. Nosotros lo respaldamos y cualquiera que le dé la espalda muestra su incoherencia y su inconsistencia. La cooperación internacional no puede depender de las rabietas y las frasecitas. Seamos serios y dignos de nuestros pueblos. Nos comprometemos y mantenemos nuestros compromisos”.
El gobierno de la alemana Angela Merkel no se quedó atrás. Berlín acusó este domingo a Washington de “destruir la confianza” al romper los acuerdos de mínimos logrados en el G7. Apenas horas después de cerrarse la cumbre, Donald Trump se quitó la careta presidencial, se puso la de agitador de las redes sociales y escribió en Twitter que no se sentía obligado por el comunicado sobre comercio del G7 y que su gobierno había firmado.
Un portavoz de Merkel confirmó que Berlín sí se siente obligado por el comunicado conjunto del G7. El canciller Heiko Mass dijo, en una declaración recogida por la agencia AFP, que “en unos pocos segundos se puede destruir la confianza con 280 caracteres de Twitter”.
La Unión Europea también reaccionó. Un portavoz del presidente del Consejo Europeo Donald Tusk dijo a la agencia EFE: “Nos mantenemos en el comunicado tal como fue acordado por todos los participantes”. Hasta la primera ministra británica Theresa May, que ve como Estados Unidos ningunea a su tradicional aliado, el Reino Unido, dijo que su gobierno sigue “comprometido con el acuerdo recogido en el comunicado”.
Los contenciosos entre Washington y las capitales europeas se van acumulando. El primer desplante de Donald Trump fue el abandono del Acuerdo de París que busca poner un freno a las emisiones de gases contaminantes que están provocando el calentamiento del planeta.
Estados Unidos abandonó en mayo el acuerdo nuclear iraní, que los europeos ven como una pieza fundamental de la seguridad en Oriente Medio y en su propio territorio y como la herramienta para evitar que Teherán se haga con un programa militar nuclear. Además, Washington amenaza con sancionar a cualquier empresa europea que mantenga negocios en Irán.
El proteccionismo marca el resto de la relación. Washington no eximió a los europeos del pago de aranceles para exportar su acero y aluminio a Estados Unidos. Bruselas respondió la semana pasada activando represalias comerciales y denunciando a Estados Unidos ante la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Berlín teme ahora que el próximo paso de Donald Trump sea imponer aranceles a la importación de autos europeos, que castigaría principalmente a las exportaciones germanas de autos de gama alta y a sus marcas más emblemáticas como Mercedes-Benz, BMW o
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