En las primeras horas del miércoles, el Gobierno nacional confirmó que la Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE) concluyó la primera etapa de la reestructuración del Sistema de Inteligencia Nacional (SIN). Como parte de este proceso, el asesor presidencial Santiago Caputo ordenó el reemplazo de Sergio Neiffert por Cristian Auguadra al frente de la SIDE.
Durante esta primera fase, Neiffert lideró esfuerzos para ordenar los procesos internos, auditar y transparentar la estructura organizacional, optimizar recursos y actualizar los estándares operativos del organismo. Según el comunicado oficial de la Vocería Presidencial, la Comisión Bicameral de Fiscalización de los Organismos y Actividades de Inteligencia del Honorable Congreso de la Nación validó este avance, marcando el cierre de esta etapa y sentando las bases para un funcionamiento más eficiente y profesional.
Con este paso, se abrió una nueva etapa en la transformación institucional, que ya no estará bajo la conducción de Neiffert sino de Cristian Auguadra, un contador público con experiencia en auditoría, gestión de riesgos, fortalecimiento institucional y administración pública. Minutos después del anuncio, el cambio fue oficializado mediante el Decreto 852/2025, publicado en el Boletín Oficial, en el que el presidente Javier Milei y el jefe de Gabinete Manuel Adorni aceptaron la renuncia de Neiffert y designaron a Auguadra como nuevo secretario de Inteligencia de Estado.
Las autoridades indicaron que la nueva gestión buscará profundizar la modernización técnica y operativa del organismo, consolidar mecanismos de control y fortalecer la planificación estratégica, con el objetivo de avanzar hacia un modelo de inteligencia ágil, integrado y moderno. Esta transformación forma parte de los objetivos de la administración encabezada por el presidente Milei, quien aspira a dotar a Argentina de un sistema de inteligencia adaptado a los desafíos actuales y alineado con los estándares internacionales más exigentes.
Desde julio de 2024, el Gobierno nacional anunció una profunda transformación en la estructura del Sistema de Inteligencia Nacional, que incluyó la disolución de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) y el restablecimiento de la histórica SIDE. La SIDE retomó el rol central en la coordinación de las tareas de inteligencia del país, incorporando cuatro nuevos organismos y una reorganización integral destinada a modernizar y profesionalizar el sector.
En este marco, la SIDE quedó bajo la dependencia directa del presidente, con Neiffert inicialmente a cargo de sentar las bases para los nuevos servicios operativos. Entre estos, el Servicio de Inteligencia Argentino (SIA) se encarga de recopilar información estratégica internacional y cooperar con agencias aliadas para prevenir amenazas contra Argentina. La Agencia de Seguridad Nacional (ASN) tiene como misión detectar delitos federales complejos y vigilar amenazas de organizaciones criminales y terroristas dentro del territorio nacional.
En el ámbito de la ciberseguridad, la Agencia Federal de Ciberseguridad (AFC) fue creada para evaluar, planificar y desarrollar soluciones ante ciberataques dirigidos a la infraestructura informática crítica del país, además de capacitar al personal estatal en prevención de amenazas y fallos de seguridad. La División de Asuntos Internos (DAI) supervisa y audita el manejo de recursos de las agencias bajo la órbita de la SIDE, garantizando el respeto jurídico e institucional en el ejercicio de sus funciones.
Además, la SIDE asumió la coordinación operativa y el control presupuestario de la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal (DNIC) y de la Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica Militar (DNIEM), dependientes de los ministerios de Seguridad y Defensa, respectivamente.
La decisión de disolver la AFI y reestructurar el sistema respondió a los resultados de la intervención iniciada el 12 de diciembre de 2023. El texto oficial señaló que “la desnaturalización del rol de la agencia de inteligencia durante décadas fue total; lejos de poner sus recursos al servicio de la protección del pueblo argentino, el organismo fue utilizado para actividades espurias como el espionaje interno, el tráfico de influencias y la persecución política e ideológica”.
Sin embargo, las autoridades destacaron que “sin una supervisión efectiva, producto de intervenciones que se extendieron durante años, la proliferación de estas conductas constituyó una deuda con el sistema democrático y republicano que hoy comenzamos a saldar”. Así, el proceso de transformación institucional continúa con el compromiso de consolidar un organismo líder en la región, profesionalizado, eficiente y alineado con los intereses esenciales del país.
