En medio de la disputa arancelaria entre EE.UU. y China, que está reconfigurando el flujo del comercio internacional, Argentina avanza en un acuerdo con el país asiático para facilitar el ingreso de alimentos procesados y combatir la inflación; sin embargo, prevén una caída en la producción para 2026.
La flexibilización del Código Alimentario a través del Decreto 35/2025, impulsado por el Ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, refuerza la tendencia registrada en 2024, que finalizó con un aumento del 82% interanual en la importación de alimentos.
Los datos de comercio exterior del INDEC, analizados por el Instituto para el Desarrollo Agroindustrial Argentino (IDAA), indican que en diciembre de 2024 se importaron alimentos por un valor de u$s 242 millones, en contraste con los u$s 133 millones del mismo mes de 2023.
La desregulación del mercado está teniendo efectos significativos en sectores clave, donde no solo se ha observado un aumento de la competencia de productos de países vecinos que tradicionalmente complementan la oferta local, sino también de China.
En enero de 2025, ingresaron al país 9.277 toneladas de tomate procesado; del total, 3.885 toneladas provinieron de Chile y 5.330 llegaron desde China. En el primer bimestre del año, el tomate presenta un incremento del 6,7%, por encima de la inflación general y del rubro alimentario que desaceleró, rondando el 4%.
El panorama arancelario del producto de alto consumo en el mercado argentino, identificado con la posición arancelaria 20029000, muestra que en 2024 se importaron 20.000 toneladas, superando ampliamente las 7.300 toneladas de 2023.
Este ingreso masivo de productos importados está generando impacto entre los productores locales de tomate, quienes se ven afectados en su rentabilidad al no poder vender sus excedentes como en años anteriores, debido a la preferencia por los productos importados de menor precio.
Las advertencias pronostican una desaceleración en la producción de tomate para 2026, lo que resultará en una disminución de los ingresos por exportaciones y en un escenario de competencia desigual para los productores locales.
A pesar de la expectativa de que la importación de alimentos contribuya a bajar los precios y controlar la inflación, diversos análisis muestran que esta medida puede generar arbitrajes y distorsiones en el mercado, afectando principalmente a los sectores productivos locales.
En resumen, el panorama actual plantea desafíos para la economía argentina, a medida que aumentan las importaciones de alimentos desde China y se generan tensiones en el mercado interno, poniendo a prueba la competitividad de los productores locales.
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