La Argentina, por una decisión de último hora del presidente Javier Milei, optó por ser parte de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza lanzada por el brasileños Luiz Inácio Lula da Silva en esta cumbre del G20, que se celebra en Río de Janeiro.
Hay que entender esto como un gesto de “buena voluntad” hacia el líder brasileño, además de que, seguramente, podría resultarle difícil y demasiado antipopular rechazar esa iniciativa. Esa coalición integra a 148 miembros fundadores, entre ellos 82 países, la Unión Africana, la Unión Europea y 24 organismos financieros internacionales.
Javier Milei llegó a la Cumbre del G20: el cruce poco empático con Lula
En los principios formulados por este proyecto pesa, por sobre todo, la necesidad de acelerar la erradicación del hambre en el nivel mundial. La meta es atender las necesidades de 500 millones de personas, a partir de programas de transferencia de ingresos para países de bajos salarios, hasta 2030.
Para Lula, el mundo sufre “una tragedia colectiva de hambre. Convivimos con 733 millones de habitantes del planeta que están subnutridos; y en un mundo que produce 6.000 millones de toneladas de elementos alimenticios. Esto es inadmisible”.
Para el jefe del gobierno brasileño “el hambre no es otra cosa que un producto de decisiones políticas, que perpetúan la exclusión de la humanidad”.
Esta asociación, de hecho ya aprobada por el G20, sería una “plataforma para conectar países, instituciones financieras y organizaciones que deberán implementar políticas públicas con capacidad para movilizar recursos” reza el comunicado oficial de Brasil, quién lideró el acuerdo.
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La dirección del plan estará a cargo, en un inicio, de un organismo bautizado como Consejo de Campeones e integrado por 18 miembros.
Según fuentes brasileñas hay dudas sobre si Estados Unidos permanecerá dentro de este frente contra el hambre. Aunque adhirió formalmente bajo la administración Biden, se presume que Donald Trump podría retirarse del grupo cuando asuma el 20 de enero próximo.
