Este año la preocupación por la comprensión lectora estuvo en agenda en Argentina, impulsada por la aprobación del Plan Nacional de Alfabetización. Quienes siguen los temas educativos saben que es alto el porcentaje de estudiantes de primaria –y secundaria– que “no entienden lo que leen”. Sin embargo, un nuevo estudio de la OCDE sugiere que este no es un problema exclusivo de los chicos, sino que afecta también a los adultos.
Según la segunda Encuesta de la OCDE sobre Competencias de Adultos, las habilidades de comprensión lectora y cálculo de los adultos retrocedieron o se mantuvieron estancadas durante la última década en la mayoría de los países. La prueba midió las competencias de lectura y cálculo de 160.000 personas de entre 16 y 65 años en 31 países, 27 de los cuales habían participado en la primera evaluación en 2013 (casi todos países ricos, miembros de la OCDE). Argentina no participó; el único latinoamericano fue Chile.
Los resultados de esta evaluación realizada en 2023 muestran que, a nivel global, 1 de cada 5 adultos no tiene habilidades básicas de comprensión ni de cálculo: solo pueden entender textos sencillos o resolver operaciones aritméticas básicas.
Pese a la aceleración de los cambios tecnológicos y sociales, hay consenso entre los especialistas en que la comprensión lectora sigue siendo una habilidad fundamental, tanto para poder insertarse en el mercado laboral como para ejercer una ciudadanía plena. ¿Por qué cada vez menos adultos comprenden lo que leen? ¿Qué se puede hacer para saldar esa deuda? Infobae consultó a especialistas sobre estas cuestiones críticas.
Los resultados del estudio de la OCDE muestran una caída generalizada en el nivel de comprensión lectora de los adultos entre 2013 y 2023. El descenso fue más pronunciado entre las personas con nivel educativo bajo. A la vez, la evaluación encontró que los resultados del 10% de la población con mayor nivel mejoraron, es decir que en la última década aumentó la brecha de competencias dentro de los países. De las 31 naciones evaluadas, solo Finlandia y Dinamarca registraron mejoras significativas en las destrezas de comprensión lectora de los adultos.
El informe de la OCDE también halló que en la mayoría de los países las competencias de los adultos están muy condicionadas por el contexto familiar y socioeconómico: predomina el “efecto cuna”, por el cual las desigualdades se profundizan a lo largo de la vida.
Los varones muestran un mayor descenso en la comprensión lectora, lo que implica que en la última década se redujo la brecha de género con las mujeres (sin embargo, sigue habiendo una asimetría a favor de los hombres en las competencias de cálculo y resolución de problemas).
“La educación familiar mantiene su influencia más allá de la escolarización, e incluso de la formación universitaria”, sostuvo Guillermina Tiramonti, investigadora de FLACSO. Y agregó que “la habilidad lectora requiere un ejercicio frecuente para mantenerla”, pero “es posible que actividades de alta formación técnica no requieran frecuencia en la lectura o en el cálculo”, lo que podría derivar en un retroceso de estas habilidades.
En casi todos los países, los inmigrantes tienen niveles más bajos de comprensión lectora que los nativos, una diferencia muy asociada con el nivel socioeconómico y el dominio del idioma de la evaluación.
“Los países que obtienen buenos resultados en alfabetización lo han logrado con propuestas didácticas muy adecuadas para resolver los propósitos de la lectura y la escritura en sus territorios, con su población y sus respectivas lenguas de la alfabetización”, analizó Marta Zamero, especialista en alfabetización, profesora e investigadora de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADER).
“Un dato conocido pero reforzado por el informe es que en general, los grupos sociodemográficos desfavorecidos (por ejemplo, los migrantes) obtienen menores resultados que los adultos nativos que crecieron en buenas condiciones socioeconómicas. También existen diferencias significativas positivas en favor de quienes tienen madre o padre con educación secundaria o superior. Obviamente, estos datos cuestionan el papel de la educación como factor de movilidad social y económica, a lo que se suma la brecha creciente entre los más alfabetizados y los menos, que ha aumentado de modo alarmante en la mitad de los países”, explicó Zamero a Infobae.
“Otro dato relevante es que los países que obtuvieron buenos resultados en un dominio generalmente obtuvieron buenos resultados también en los otros, lo que refuerza nuestra idea sobre las profundas relaciones que mantiene la alfabetización con el resto de los conocimientos”, agregó Zamero.
Las cifras sugieren que es hora de poner el foco en los adultos que no comprenden lo que leen. “Muchas veces se pierde de vista el hecho de que no solo en niños y adolescentes se reflejan dificultades en esta habilidad esencial para el desarrollo académico, económico y social”, planteó Valeria Abusamra, doctora en Lingüística, investigadora del Conicet y directora del programa Leer para Comprender y Aprender.
“Estos resultados abren interrogantes y la necesidad de replantearnos los alcances de la alfabetización. ¿Son estos datos producto de generaciones que aprendieron menos? ¿Cuáles son los efectos de una segmentación educativa que ha calado profundo en nuestro país? ¿Cuánto pesa un mundo tecnologizado en el despliegue de habilidades que son culturales?”, continuó Abusamra, autora del reciente libro Cerebro y ficción. Mitos y verdades en la neurociencia (Tilde).
Aunque durante la última década se expandió el acceso a la educación formal, los niveles promedio de habilidades no aumentaron en la misma medida, ni siquiera entre las personas con título universitario o terciario, advierte el informe. De todos modos, el acceso a la educación sigue marcando diferencias significativas: en promedio, los adultos con educación terciaria obtuvieron 33 puntos más en alfabetización que aquellos que solo tienen título secundario. A su vez, hay 43 puntos de diferencia entre quienes terminaron la secundaria y quienes no.
Este déficit impacta directamente en las oportunidades a las que pueden acceder las personas: “Las habilidades son impulsores clave de la empleabilidad y los salarios, más allá de la educación formal”, indica el documento. “Si bien las matemáticas tienen la asociación más fuerte con el empleo y los salarios, existen relaciones similares para la alfabetización y la resolución adaptativa de problemas”, agrega.
Pero además, las habilidades están estrechamente relacionadas tanto con el bienestar individual como con el compromiso cívico. “Muchos adultos con pocas habilidades se sienten desconectados de los procesos políticos y carecen de las competencias necesarias para interactuar con información digital compleja, lo que representa una creciente preocupación para las democracias modernas”, señala el informe.
“En un mundo cambiante, algunos conocimientos adquiridos en la educación pueden volverse obsoletos rápidamente, pero esto no sucede con los altos niveles de alfabetización, aritmética y resolución de problemas, ya que el procesamiento de la información sustenta la capacidad de las personas para hacer frente a los cambios”, planteó Zamero.
¿Por qué retroceden las habilidades de comprensión lectora? ¿Hasta qué punto el problema puede atribuirse a los procesos de alfabetización, si los adultos de países que aplican diversidad de métodos muestran dificultades severas? ¿Es esta una expresión más, inevitable, de los efectos de las desigualdades socioeconómicas? ¿La caída puede asociarse con los hábitos cognitivos que predominan en el entorno digital?
“Cuando se trata de una habilidad como la lectura comprensiva, los motivos que convergen para explicar el rendimiento son múltiples: lingüísticos, psicolingüísticos, culturales, relacionados con otras funciones como la memoria, la atención, las funciones ejecutivas. Entre estos factores, la lectura fluida es una condición de base para comprender textos”, respondió Valeria Abusamra.
“Por eso es tan importante poner el foco en habilidades tempranas y analizar críticamente cómo estamos enseñando a leer y a escribir y qué deberíamos cambiar. Una habilidad bien desarrollada de decodificación deja recursos disponibles para poner en marcha el complejo mecanismo de construir significado”, explicó Abusamra.
Junto con habilidades lingüísticas, la comprensión lectora pone en juego los “contenidos” que cada persona domina. “Además de saber leer, la comprensión lectora requiere cierto conocimiento del mundo, conocimiento base, para poder entender lo que estás leyendo y poder hacer inferencias, es decir, ‘rellenar’ la información que está implícita en el texto y que tiene que reponer el lector”, señaló Florencia Salvarezza, lingüista especializada en neurociencias y educación, investigadora del Haskins Lab de la Universidad de Yale.
Salvarezza agregó que los problemas de comprensión tienen que ver no solo con el aprendizaje de Lengua, sino con el bajo nivel educativo general: “En este momento hay una discusión muy relevante sobre los contenidos, que se han ido achicando en la escuela. Con la idea de que ahora los contenidos curriculares están en internet, se contrapusieron los contenidos con las ‘habilidades del siglo 21’. Pero la falta de conocimiento básico del mundo hace que sea más difícil comprender”.
Por otro lado, la magnitud y transversalidad de los problemas de comprensión lectora requieren también analizar las transformaciones culturales asociadas a la expansión de las plataformas y los dispositivos digitales. En las redes sociales se lee, pero es una lectura diferente de la que exigen los libros: textos más breves y más simples, en los que predomina lo visual y el lector no tiene que reponer demasiado.
“Las tecnologías han introducido nuevos mecanismos para acceder y procesar la información, lo que ha transformado la manera en que leemos y escribimos”, consideró Abusamra. Y explicó que las tecnologías digitales provocaron dos desplazamientos: de la escritura a la imagen y del libro a la pantalla.
“Aunque hoy podríamos afirmar que se lee y escribe más que nunca, las lógicas son diferentes. El mundo de lo ‘dicho’ es distinto al mundo de lo ‘mostrado’. El primero, guiado por la lógica del tiempo; el segundo, por la lógica del espacio”, señaló la especialista. Abusamra planteó que es necesario “analizar con detenimiento los efectos de estos desplazamientos, que ya se reflejan en las interacciones humanas y en las formas en que construimos el conocimiento”.
Cada vez más países invierten en políticas destinadas al “aprendizaje a lo largo de la vida”. Pero ¿hasta qué punto es posible diseñar intervenciones efectivas que reviertan los problemas de comprensión lectora de los adultos?
Salvarezza fue cautelosa: “Para poder revertir las dificultades, tenés que practicar la lectura. El Estado debería armar planes lectores y convencer a los adultos de que leer es importante, por ejemplo con campañas vía redes sociales. Muchas personas ni siquiera tienen libros en sus casas. Pero no es solo una cuestión socioeconómica; el hábito lector se construye desde la juventud. Conozco dos proyectos en Estados Unidos que trabajaron en fomentar este hábito en los últimos años de primaria y en secundaria, promoviendo la lectura de distintos tipos de textos, con muy buenos resultados. Entonces revertir esta situación es posible, pero no es fácil”.
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