"Ningún impuesto merece poner en peligro la unidad de la Nación", dijo el primer ministro Edouard Philippe al anunciar estas medidas en un discurso retransmitido por televisión. "Hay que estar sordos" para "no escuchar la cólera" de los franceses, agregó.
El gobierno francés está bajo presión desde el 17 de noviembre, cuando estalló un movimiento de protesta en todo el territorio contra el incremento del precio del combustible, previsto para el 1 de enero. Las protestas, convocadas por un colectivo autodenominado "chalecos amarillos" desembocó el sábado en violentas manifestaciones en París y otras ciudades con incendios de automóviles, saqueos de comercios y vitrinas rotas.
La principal demanda de los manifestantes era la supresión de esta tasa a los carburantes, pero sus reivindicaciones se han ampliado y ahora piden un aumento del salario mínimo, una reducción general de los impuestos, una subida de las pensiones y la restauración de un impuesto al patrimonio de los más ricos, entre otros.
Varios representantes de los "chalecos amarillos" no tardaron en calificar la medida de "insuficiente". "Los franceses no quieren migajas", dijo a la agencia AFP Benjamin Cauchy, una de las figuras de este colectivo que nació en las redes sociales.