Más de 400 personas perdieron la vida en la Franja de Gaza después de que el ejército israelí rompiera el alto el fuego con Hamas, reanudando sus bombardeos a gran escala contra el territorio palestino. Esta acción generó un amplio rechazo por parte de la comunidad internacional. Hamas afirmó que, a pesar de los ataques, seguirá negociando con los mediadores del conflicto -Qatar, Egipto y Estados Unidos- para buscar una solución pacífica al enfrentamiento bélico.
Según el Ministerio de Sanidad de Gaza, la mayoría de los fallecidos son menores de edad y mujeres, registrando también más de 560 personas heridas. Entre los muertos en los bombardeos se encuentran figuras destacadas como Essam al Dalis, jefe del Ejecutivo de Hamas en Gaza; Ahmed al Hatta, viceministro de Justicia; Mahmud Abu Wafah, viceministro de Interior; y Bahjat Abu Sultan, alto funcionario del Ministerio del Interior, según informó la Oficina de Medios de Hamas.
Las impactantes imágenes de los disparos israelíes afectaron escuelas que albergaban refugiados y áreas humanitarias, dejando víctimas en varias partes de Gaza. Testimonios como el de Mohammad Qishta, médico de urgencias de Mdicos sin Fronteras (MSF), describen un panorama caótico en el que se observaban cadáveres esparcidos y una confusión generalizada entre las personas buscando ayuda.
Hamas, por su parte, aseguró estar en constante comunicación con los mediadores y abogar por una solución responsable y positiva para detener la ofensiva israelí y levantar el asedio sobre Gaza. Israel justificó sus ataques como una medida para presionar a Hamas a liberar a los rehenes restantes y negociar un nuevo alto el fuego. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, anunció una escalada en las operaciones militares contra Hamas.
La ONU calificó el ataque israelí como inaceptable, mientras la Unión Europea y la Liga Árabe condenaron la reanudación de los bombardeos. Un amplio espectro de actores internacionales se pronunció en contra de la violencia, instando a la reanudación de las negociaciones para evitar una escalada mayor y una crisis humanitaria en la región.
En América Latina, Brasil denunció las acciones de Israel como una violación del Derecho internacional humanitario. Chile y Cuba hicieron énfasis en la necesidad de una solución de dos Estados y criticaron la complicidad de Estados Unidos en la reanudación de los ataques israelíes, subrayando la importancia de la paz duradera en la región.