Su agenda rebosante de obligaciones se ve interrumpida, al menos temporalmente, por la necesidad de recuperación del Papa Francisco. Tras casi perder la vida durante una hospitalización de 37 días en el hospital Gemelli de Roma, el pontífice regresó al Vaticano con órdenes médicas de descanso absoluto y reducción del ritmo de trabajo.
Luciendo fatigado y frágil, el líder católico apareció ante una multitud desde un balcón del hospital Gemelli, marcando su primera aparición pública desde su ingreso el 14 de febrero. Después de enfrentar momentos críticos que pusieron en peligro su vida, los médicos indicaron a Francisco un período de reposo de dos meses antes de volver a sus actividades habituales.
A pesar de su avanzada edad y problemas de salud previos, el Papa de 88 años se ha mantenido incansable desde su elección en 2013, sin ceder ante las advertencias médicas de reducir su agitada agenda. Ahora, su hogar en Santa Marta ha sido adaptado para su pronta recuperación, donde recibirá atención médica y terapia respiratoria.
Los desafíos de salud de Francisco, agravados por una severa bronquitis seguida de neumonía bilateral, lo mantendrán alejado de compromisos públicos, incluyendo sus homilías, audiencias generales y reuniones con grupos de personas. A pesar de su deseo de interactuar con sus seguidores, el Papa deberá limitar su exposición y actividades para garantizar su recuperación completa.
La incertidumbre rodea su participación en eventos futuros, como la visita real anunciada por el Palacio de Buckingham para abril y un viaje a Turquía en mayo. Francisco, conocido por su calidez y accesibilidad, deberá adaptarse a una versión más discreta de su rol papal mientras se enfoca en su rehabilitación y resguardo de su salud frágil.
Esta larga y crítica hospitalización, la más extensa en sus 12 años de papado, marca un punto de inflexión para el Papa Francisco, quien enfrenta un proceso de recuperación que redefine temporalmente su labor al frente de la Iglesia Católica.