Y de pronto Perú amaneció con dos presidentes, en una suerte de parodia de la Asamblea Nacional venezolana, el peruano Martín Vizcarra fue suspendido en sus funciones acusado de “incapacidad moral”, y en su lugar los legisladores fujimoristas y del APRA designaron a la vicepresidenta Mercedes Aráoz. Pero nada indica que la situación se resolverá por esa vía y las Fuerzas Armadas y policiales se apresuraron a mantener su fidelidad al mandatario que desde julio de 2018 ocupa un despacho en la Casa de Pizarro. La pulseada muestra piruetas impensadas y entre los sectores más extremistas del arco político llegaron a afirmar que Vizcarra, un ingeniero civil que fue llamado de urgencia a ocupar el cargo a la renuncia del empresario Pedro Pablo Kuczynski, en marzo del año pasado, es una avanzada de la izquierda latinoamericana.
La descomposición del sistema político peruano se arrastra desde hace décadas y no es ajeno a este proceso el periodo de Alberto Fujimori, que llego a la presidencia en 1990, tras derrotar en segunda vuelta al escritor Mario Vargas Llosa. En plena ola neoliberal, en 1992 Fujimori disolvió el Congreso y reformó la Constitución a su gusto. Así se mantuvo en el poder hasta el año 2000, cuando los vientos se le pusieron en contra al cabo de varios procesos judiciales por corrupción y violaciones reiteradas a los derechos humanos durante su gestión. Literalmente escapó a Japón tras una gira presidencial. Fue extraditado a Perú en 2005, durante un viaje a Chile. Condenado a 25 años de prisión en 2009, de una manera imprevista, con los años sus hijos se convirtieron en los árbitros de la política peruana.
Así fue que en diciembre de 2017, cuando el gobierno de Kuczynski trastabillaba por denuncias de corrupción en el marco de la investigación contra la empresa brasileña Odebrecht, Kenji Fujimori le ofreció interceder para lograr un voto de confianza en el Congreso a cambio del indulto a su padre.
Kuczynski había ganado la presidencia contra Keiko Fujimori, la hija mayor, pero el parlamento quedó muy dividido aunque con mayoría fujimorista. Keiko se mostró contraria al “favor” de Kenji y la suerte de PPK quedó echada tres meses más tarde. De nada le sirvió el "perdón" a Fujimori padre cuando los legisladores de su bancada revelaron filmaciones de las negociaciones del presidente con Kenji y otros dirigentes partidarios.
En ese contexto, la solución fue nombrar como reemplazante a uno de los vicepresidentes del renunciante PPK, Vizcarra, que en ese momento ocupaba la embajada peruana en Canadá. Era una especie de exilio dorado para el hombre que había sido Ministro de Transportes y tuvo que renunciar tras denuncias por contratos irregulares para la construcción de un aeropuerto.
Sorpresivamente, Vizcarra era el salvador de la dirigencia política, pero con muy poco poder real. Se calzó la banda presidencial y , para ganar apoyos populares, comenzó una cruzada anticorrupción, con una fuerte reforma al sistema político que sometió al escrutinio público en un referéndum que ganó ampliamente al final del 2018.
Keiko Fujimori, en tanto, también acusada en la causa Odebrecht, fue condenada a tres años por lavado de activos. No era la primera vez que aparecía implicada en causas judiciales, ya que fue procesada en 2010 por la presunta financiación de sus estudios en la Universidad de Columbia, EEUU, con fondos
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