El Ejecutivo municipal promulgó la ordenanza que prohíbe la tenencia y cría de animales pecuarios dentro de la planta urbana. La medida apunta a reducir riesgos sanitarios, pero genera preocupación entre familias que sostienen economías domésticas con la cría de aves o ganado menor
La Municipalidad de Concordia promulgó la Ordenanza N° 38.711, que dispone la erradicación total de la tenencia y/o cría de animales pecuarios dentro de la planta urbana. La norma, sancionada días atrás por el Concejo Deliberante y ahora oficializada mediante su publicación en el Boletín Municipal, ya está en vigencia.
El texto firmado por el intendente Francisco Azcué y el secretario de Gobierno Luciano Dell’Olio establece que queda prohibida la tenencia, cría o explotación familiar de animales como cerdos, ovejas, cabras, vacas y aves de corral, así como de especies peleteras. El objetivo, según se indica, es reducir riesgos sanitarios, mejorar la convivencia vecinal y contribuir a la seguridad vial, en concordancia con el Código de Ordenamiento Urbano y Territorial (COUT).
La autoridad de aplicación será el Departamento de Veterinaria Municipal, bajo el programa Concordia Sana, que podrá actuar junto a otras áreas municipales, provinciales o fuerzas de seguridad. Una vez detectada una infracción, los propietarios tendrán 72 horas para retirar los animales del lugar. Si no cumplen, el municipio podrá decomisarlos, trasladarlos o incluso disponer su faena o eutanasia, dependiendo de la especie y del riesgo sanitario.
Las sanciones contemplan multas que van de 30 a 50 juristas, además del pago de los gastos de traslado, alimentación y atención veterinaria. En caso de reincidencia, la multa aumentará un 50%, y si se repite tres veces o más, el propietario perderá definitivamente los animales.
Lo recaudado por las sanciones será destinado a campañas de concientización sobre tenencia responsable, según establece la propia ordenanza.
Si bien la medida apunta a priorizar la salud pública, no pasa inadvertida la preocupación entre vecinos de barrios periféricos, donde la cría de gallinas, chanchos u ovejas constituye una práctica tradicional y una fuente de sustento familiar. En esos sectores, la norma es vista como una regulación difícil de cumplir sin alternativas claras para quienes dependen de esa actividad.
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