El reciente censo nacional de Uruguay evidencia que la población del país se encuentra en un estado de estancamiento, acompañado de un proceso de envejecimiento de sus habitantes. Aunque esta tendencia aún no se refleja plenamente en el mercado laboral, se proyecta que la cantidad de personas en edad de trabajar continuará aumentando durante aproximadamente una década, para luego comenzar a disminuir. Este escenario plantea diversos desafíos para las políticas públicas nacionales, según concluye un informe elaborado por la consultora uruguaya Exante.
En dicho estudio sobre tendencias demográficas, se anticipa un envejecimiento progresivo de la fuerza laboral en los próximos diez años, lo que generará presión sobre la cantidad total de horas trabajadas. Pablo Roselli, director de Exante, explicó en el noticiero Telemundo de Canal 12 que “cuando las personas envejecen, a partir de ciertos umbrales, empiezan a trabajar un poco menos. Esa es una tendencia que se sumará a una más general, que no está muy presente en la conversación pública en Uruguay, que es que los uruguayos ya estamos trabajando menos.”
Roselli agregó que este fenómeno se relaciona con un cambio en las preferencias de los trabajadores, quienes al aumentar sus ingresos suelen optar por un equilibrio diferente entre el trabajo y la calidad de vida. En las últimas dos décadas, las horas habituales trabajadas por persona ocupada han disminuido en más de cuatro horas semanales, mientras que la tasa de actividad laboral ha crecido en todos los grupos etarios mayores de 25 años. Actualmente, las personas mayores de 50 años representan algo más de una cuarta parte de las horas efectivamente trabajadas en la economía del país, según datos citados por el medio El Observador.
La consultora proyecta que hasta 2033 Uruguay mantendrá un “mix de edades” en su población activa que será amortiguado por la reducción de horas trabajadas por ocupado. Durante ese período, el país conservará un bono demográfico favorable. Sin embargo, hacia 2050 y 2070, la combinación de una población activa menor y un mayor peso relativo de grupos etarios con menos horas laborales tendrá efectos negativos sobre la disponibilidad total de horas trabajadas.
El estudio señala que Uruguay aún cuenta con margen para mitigar los impactos del cambio demográfico mediante políticas públicas orientadas a mejorar el funcionamiento del mercado laboral, incrementar la tasa de actividad en segmentos específicos, reducir el desempleo estructural y aumentar la cantidad de horas trabajadas. Además, los economistas de Exante destacan la importancia de mantener una economía abierta al mundo. En este sentido, remarcan que la inmigración registrada en la última década permitió que el saldo migratorio sea prácticamente nulo, aunque el país debería aspirar a que sea positivo.
En cuanto a la distribución geográfica, los departamentos de Canelones y Maldonado han experimentado el mayor crecimiento poblacional desde el último censo, mientras que Montevideo continúa siendo el departamento más poblado, aunque ha reducido su peso relativo en las últimas décadas.
El informe también anticipa cambios en los patrones de consumo vinculados al envejecimiento poblacional. De acuerdo con la evidencia internacional y el análisis de Exante, los adultos mayores consumen más que los jóvenes y destinan una mayor proporción de su presupuesto a gastos en salud y vivienda. Por su parte, los jóvenes concentran su gasto en educación, vestimenta y transporte.
Roselli comentó que “los gastos en salud van a tender a subir, eso es bastante obvio. También es bastante evidente que va a haber una demanda creciente de cuidados de personas adultas. A medida que la población envejece, aumenta la demanda de alimentos, de productos y servicios para el hogar.” Además, añadió que “las personas viven más tiempo dentro de su hogar. Entonces, la demanda de confort dentro del hogar crece. Estos son algunos de los patrones de consumo que van a ir cambiando.” Aunque estas tendencias avanzan lentamente, ya comienzan a ser perceptibles en la sociedad uruguaya.
