Ucrania llevó a cabo el domingo un ataque aéreo sin precedentes contra bases aéreas rusas, lanzando ofensivas simultáneas con drones en las regiones de Murmansk e Irkutsk, a más de 4,000 kilómetros de Kiev. El Servicio de Seguridad de Ucrania informó que más de 40 aviones rusos fueron destruidos.
La operación, denominada "Telaraña", fue supervisada por el presidente ucraniano Volodimir Zelensky y planificada durante más de 18 meses en conjunto con el jefe del SBU, Vasil Maliuk. Los drones utilizados fueron camuflados en estructuras de madera montadas sobre camiones, ingresando de contrabando a territorio ruso y lanzados cerca de los aeródromos.
Entre las aeronaves destruidas se encuentran bombarderos estratégicos Tu-95 y Tu-22M3, utilizados por Rusia para atacar a Ucrania. Las bases atacadas incluyen la de Belaya, en Irkutsk, y otras en la zona ártica de Murmansk.
Imágenes difundidas muestran explosiones y aviones envueltos en llamas, aunque Moscú no ha confirmado oficialmente la extensión de los daños. El Ministerio de Defensa ruso admitió el ataque, señalando que "varios aviones se incendiaron" luego del lanzamiento de drones FPV. Afirmaron que no hubo víctimas mortales y que algunos responsables fueron detenidos.
El ataque coincidió con otros incidentes en la frontera ruso-ucraniana, como el colapso de dos puentes en las regiones de Kursk y Bryansk, y un descarrilamiento de tren en el que murieron al menos siete personas. Además, Ucrania denunció que Rusia lanzó 472 drones y siete misiles en una sola jornada, la cifra más alta desde el inicio del conflicto.
El mismo día del ataque, Zelensky anunció la participación de una delegación ucraniana en negociaciones de paz en Estambul, liderada por el ministro de Defensa, Rustem Umerov. El objetivo de Ucrania es lograr un alto el fuego total, la liberación de prisioneros y el retorno de niños secuestrados por las fuerzas rusas.






