jueves, diciembre 12, 2024
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Requisitos para meditar

Muchas personas llegan a las clases de yoga en busca de prácticas meditativas, pero no todas están listas para emprender ese viaje. Los maestros experimentados nos instan a observar la existencia (o no) de ciertos requisitos para poder transmitir una práctica meditativa a un alumno.

El alumno tiene que tener la voluntad consciente de entrenar su mente. Por tanto, contar con cierta madurez intelectual y de conciencia. Por esta razón, sumado a lo mencionado respecto de las etapas de la vida y sus correspondientes prácticas, los niños quedan afuera de estas prácticas.

Contar con cierta estabilidad mental. Psicosis, estados de coma, etc, son estados mentales excluyentes para estas prácticas.
Una vez comprobado que cumple con estas bases mínimas para practicar meditación, el alumno debe también demostrar sentir un deseo real de transformación a través de herramientas muy sutiles. Vale preguntarnos, ¿alcanza con el simple pedido de un alumno que insiste en tener una práctica meditativa, pero no puede ni siquiera cerrar los ojos en savāsana
durante su práctica de āsanas? A su vez, la mente interna del alumno debe contar con cierto grado de estabilidad y disponibilidad (emocional y mental). No es posible sostener un libro si las manos tiemblan… Muchos aspectos profundos y sutiles de la persona irrumpirán durante el proceso, por lo que esa estabilidad emocional mínima es un requisito esencial.

Requisitos del profesor
A su vez, ¿qué se requiere del profesor que guiará este proceso?
• Un contacto regular y sostenido en el tiempo con el alumno.
• Una mente estable y confiable que pueda sostener el proceso (y que haya experimentado prácticas meditativas consigo mismo). Esto implica apertura mental, capacidad para sostener el proceso de transformación.
• Nīlakaṇṭha. Nīla (azul) -kaṇṭha (garganta) es parte de una leyenda que representa la capacidad del profesor de sostener el “veneno” del alumno sin que eso lo afecte y, por otro lado, sin arrojarlo al mundo, perjudicando a los demás. Es la zona exacta de cercanía y empatía que permite y motoriza el cambio sin perderse en el mismo.
• Śraddhāvan, es la confianza y la apertura hacia las enseñanzas que sostienen el proceso, el vínculo y su propia transformación.
• Satyakarma, o el deseo de conocer y guiar a los otros, aun cuando ese proceso transite por situaciones de movimiento e incertidumbre.
 

 

 

Por Gabriela Binello autora de Yoga Personalizado (https://www.yogapersonalizado.com/)

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