La empresa Vicentin, inmersa en una crisis desde finales de 2019, tomó la drástica decisión de cerrar sus plantas en Ricardone y Avellaneda debido a la falta de recursos para pagar salarios y mantener contratos activos. Este anuncio deja en incertidumbre a más de 1.000 trabajadores directos y otros 3.000 empleos indirectos ligados a la cadena productiva.
La compañía argumenta que la medida busca proteger sus activos en un escenario financiero complicado y ante la ausencia de respuestas de los inversores estratégicos. La nómina de marzo aún no ha sido abonada y la operación se paraliza al no contar con ingresos ni fondos líquidos.
La situación se agrava con una deuda millonaria con la Cooperativa de Servicios Públicos de Avellaneda, que podría conllevar al corte de suministro eléctrico en una de las plantas. Además, exdirectivos de Vicentin enfrentan acusaciones graves por delitos financieros.
La industria aceitera se encuentra alarmada por el desenlace de Vicentin, que solía representar el 10% de la capacidad de molienda del país. La estabilidad de un sector vital para el complejo agroexportador argentino está en riesgo. La incertidumbre reina mientras se intenta negociar acuerdos y resolver esta situación crítica.