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"¡No voy a renunciar!", desafió Temer, pero sigue en la cornisa

La revelación exacerbó los ánimos: hubo marchas y disturbios. El Presidente dijo que la tormenta pone freno a la recuperación de la economía. La colaboración del dueño del frigorífico JBS también afectará a Lula da Silva, a Dilma Rousseff y a otros líderes.



El presidente brasileño, Michel Temer, se aferró ayer a su cargo pese a las graves acusaciones de corrupción lanzadas en su contra y a la erosión de su base aliada. Todo en un ambiente de máxima tensión y cuando las manifestaciones en reclamo de elecciones anticipadas comenzaban a producirse en todo el país. 



"¡No voy a renunciar! -repito- ¡no voy a renunciar!...", exclamó en tono subido el mandatario en un mensaje televisado, después que el Supremo Tribunal Federal (STF) decidiera abrir una investigación en su contra en base a la denuncia conocida el miércoles por la noche.



El detonante de la nueva crisis se sitúa otra vez en las confesiones de empresarios acusados de haber pagado sobornos a cambio de favores políticos. En este caso, Temer fue grabado por el presidente de los frigoríficos JBS, Joesley Batista, en la propia residencia oficial, ocasión en la que el presidente avaló la compra, pagos mensuales mediante, del silencio del expresidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, en prisión en el marco de la operación "Lava Jato'"(lavadero de autos). En el audio, divulgado anoche, se escucha a Batista decir: "Lo que más o menos di cuenta de hacer hasta ahora, ¿estoy bien con Eduardo, ¿ok?". En ese momento, Temer concuerda: "¿Tiene que mantener eso, ¿vio?". Bautista complementa: "Cada mes".



Pero la tormenta no sólo alcanza a Temer: de acuerdo con versiones de prensa, las delaciones del poderoso empresario también alcanzarían a los expresidentes Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, al exjefe del Senado Renán Calheiros y a quien hasta hace meses se desempeñó como canciller, José Serra.



El presidente, con una popularidad de apenas el 8% antes del escándalo, aseguró ser inocente y reivindicó el "optimismo" generado por su gestión, que pretende sacar a Brasil de la peor recesión de su historia con planes de austeridad y reformas pro-mercado.



Pero una "grabación clandestina trajo de nuevo el fantasma de una crisis política de proporciones aún no dimensionadas", lamentó Temer. "No podemos tirar a la basura de la historia tanto trabajo en pos del país", reclamó el mandatario, del conservador PMDB que, mientras siga en el poder mantendrá los fueros que le evitarán ser juzgado por la más diligente Justicia ordinaria.



Mientras los partidos aliados estudian si le mantienen el apoyo, el ministro de Cultura, Roberto Freire, del Partido Popular Socialista (PPS), renunció a su cargo. Lo mismo hizo Bruno Araújo, ministro de Ciudades. Asimismo, los dirigentes del principal partido aliado de Temer en el Congreso, el PSDB, advirtieron que si las acusaciones resultan ciertas exigirán la renuncia de tres de sus miembros que están en el gabinete.



Entretanto, ocho legisladores ya presentaron pedidos de 'impeachment' y varios partidos, incluyendo algunos que votaron por la destitución de Rousseff, se aprestan a pedir el mismo tratamiento contra Temer, que se propone entregar el mando a quien gane las presidenciales de octubre de 2018.



En las calles, miles de personas marchaban anoche en San Pablo y Río de Janeiro al grito de "¡Fora Temer!" y también de elecciones "¡Directas ya!", una consigna que movilizó masivamente a los brasileños al finalizar la dictadura militar (1964-1985). 



La situación era especialmente tensa en Río, donde la Policía empleó gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes, que les respondían con piedras. Al menos una persona resultó herida, según imágenes del canal Globo News. El domingo están convocadas grandes marchas en todo el país.



La agitación judicial, política, social y económica genera todo tipo de especulaciones sobre el desenlace de esta crisis fulgurante. Aunque Temer anunció que no dimitirá, la presunción de que eso será inevitable sigue predominando entre los analistas.



La Constitución prevé que en caso de acefalía durante la segunda mitad de un mandato, el Congreso elija un nombre para completarlo. Una perspectiva preocupante, dado el elevado número de legisladores bajo sospecha de corrupción. En tanto, crecen los movimientos para adelantar los comicios.






Agencias






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